La sabiduría de nuestros mayores

La sabiduría de nuestros mayores

 

hombre mayor con un periódico“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”

No por ser un dicho popular, es menos cierto que según cumplimos años vamos acumulando experiencias y conocimientos que nos hacen ser más sabios. Una de las clasificaciones de inteligencia entre las muchas que se pueden hacer, divide a esta, entre la inteligencia fluida y la inteligencia cristalizada.

La inteligencia de los mayores

La inteligencia fluida sería la capacidad de adaptarse y afrontar situaciones nuevas de forma flexible, sin que el aprendizaje previo influya, básicamente  esta compuesta por aptitudes primarias como la inducción la deducción y la rapidez intelectual y alcanzaría su máximo esplendor antes que la inteligencia cristalizada que se referiría a aquel conjunto de capacidades, estrategias y conocimientos, que representa el nivel de desarrollo cognitivo alcanzado a través de la historia de aprendizaje del sujeto, constituida fundamentalmente por aptitudes relativas a la comprensión verbal, la valorización de la experiencia, la evaluación y los conocimientos mecánicos  y que  depende básicamente de la veteranía, la acumulación de conocimientos, recuerdos y datos que hemos ido recopilando a lo largo de nuestra experiencia en la vida. Mientras que la primera si bien es cierto que según cumplimos años se detiene e incluso puede llegar a mermarse, la inteligencia cristalizada sigue aumentando a lo largo de todo el ciclo vital.

Así, las personas mayores tienen la gran ventaja de que su dilatada experiencia a lo largo de los años, les ha provisto de numerosos conocimientos que hacen que su manera de ver la vida y de relativizar  las situaciones sean muy diferente al de una persona mucho más joven. A raíz de ello surgen las diferencias o conflictos intergeneracionales entre jóvenes y personas mayores, basadas en las distintas formas de ver y de sentir de ambos colectivos, lo que lleva asociado prejuicios  y estereotipos que en muchas ocasiones desencadenan en una falta total de comunicación.

De abuelos a nietos

Debido a esa falta de comunicación se pierden importantes valores que podrían aportar nuestros mayores a las generaciones más jóvenes y a la sociedad en general. Valores como la humanización de nuestra historia, la importancia del “ser antes que del hacer”, la sabiduría popular, la paciencia, la constancia o el saber adaptarse a las pérdidas a las que inevitablemente nos someterá la vida.

Por eso es importante que todos hagamos un esfuerzo por ponernos en el lugar de nuestros mayores pues aún tienen mucho que aportarnos y necesitan también de nuestro apoyo para que esa etapa sea aprovechada al máximo disfrutando cada día y sacando partido a todas las oportunidades que ofrece el momento.

O simplemente  sería necesaria que como dice el cantautor Joan Manuel Serrat todos simplemente todos no olvidáramos que llegaremos a ese momento.

Irene Fernández Herráez

 Neuropsicóloga cognitiva especialista en gerontología

es.linkedin.com/in/irenefernandezherraez/

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