El Independiente
Mar y José Miguel quedan a tomar un vino al medio día de un martes cualquiera, en un bar donde todo elmundo parece tener prisa menos ellos. “Somos novios y residentes en Madrid”, bromea Mar, demasiado coqueta para decir la edad a la primera. A la segunda confiesa: 71 años, uno menos que él, matiza.
Forman parte de ese grupo de jubilados que decidieron poner su casa en manos de un inversor a cambio deuna renta para toda la vida. Cada uno la suya. “Es como autoheredarse en vida”, resume José Miguel mientras se pide un vino y unas patatas fritas. El sistema, llamado renta vitalicia inmobiliaria, es pococonocido todavía. La modalidad que utilizaron tanto Mar como José Miguel consiste en vender la nudapropiedad de la casa a un inversor conservando el usufructo, es decir, viviendo en ella para toda la vida. Un producto, todavía minoritario, que aseguradoras y agencias inmobiliarias especializadas ofrecen sólo amayores de 65 años.